Conocer a los creadores de las marcas que consumimos nos hace comprender más lo que nos ofrecen, ya que sus productos son reflejo de la personalidad de quienes los diseñan.
Thomas Meyer, fundador de Desigual, es uno de los empresarios más discretos del mundo de la moda. Son pocos los detalles que se conocen de su vida, aunque su marca es internacionalmente muy reconocida. Meyer es de origen suizo, pero nació en Alemania y ha vivido en España desde pequeño. Se inició en el ambiente de la moda de segunda mano, con dos tiendas en Barcelona bajo el rublo de Babia.
Sin embargo, fue en el puerto de Ibiza, que vivía el ocaso del hippismo, donde manifestó su genialidad de diseñador recortando unos pantalones vaqueros usados que convirtió en una cazadora, que fue un éxito de ventas. Así nació Desigual la empresa que cambiaría su vida.
A partir del éxito de la cazadora se buscó la marca que los identificará, gracias a la idea de Isabel Coixet se eligió Desigual, que acompañaron con el slogan que los definiría “no es lo mismo” y es cierto, su moda es colorista, estrafalaria, completamente diferente al resto de las low cost.
“Uno no distingue a simple vista si alguien va vestido de Zara o de Mango, pero de Desigual sí" afirma Carlos Martorell, experto en moda, ese es su triunfo. Ese y una gran inteligencia a la hora de manejar el marketing, han encontrado la fórmula del éxito”.
Desigual inició su primera etapa con el lema “no es lo mismo”, pero como todo negocio la firma atravesó dificultades económicas, sin embargo, Meyer continuó adelante. Fue en 2003 que Meyer conoció a Manel Adell en una travesía en velero, quien se incorporó a la empresa y se puso en marcha la etapa de crecimiento.
Desigual es una moda desenfadada que refleja la personalidad de su creador, Thomas Meyer es un hombre alto, de profundos ojos azules y aspecto relajado que no usa corbata, una de las prendas que aborrece especialmente, quien sale de su casa del Born barcelonés, toma su bicicleta y pedalea hasta la sede de Desigual, a un lado del Hotel W, con el sol de frente y la brisa marina, lo cual disfruta plenamente.
Al llegar a la oficina pone su huella dactilar, como todos los trabajadores se reúne con los diseñadores y escoge un sitio, ya que nadie tiene una oficina ni lugar fijo por lo que cada día hay que elegir un lugar por lo que no es de extrañar ver a Meyer en algún sillón con su computadora en las piernas, sigue siendo aquel hombre de espíritu libre y no ha sucumbido a la servidumbre del dinero.
Thomas Meyer es un hombre que valora su tiempo, no es un obsesivo del trabajo. La familia Meyer comparte sus ideas progresistas y mantienen un cierto espíritu transgresor, son gente crítica y no aceptan los convencionalismos. Es más fácil ver a los Meyer en una manifestación antisistema que practicando pádel o cosas así.
Sus oficinas son de estilo californiano, con vistas al mediterráneo, cuenta con un circuito ubicado en la terraza donde los trabajadores pueden correr al aire libre, con vestuarios provistos de duchas. En sus ratos libres los empleados van a la playa o practican el surf. Cuentan con un punto de encuentro, un bar bautizado con el lema de la compañía “La vida es chula”.
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