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Bicentenario del Museo del Prado

El Bicentenario de uno de los recintos culturales más importantes del mundo, el Museo del Prado, nos acerca al origen real de su colección marcada por la calidad, pero también por el gusto de los reyes que la impulsaron; la entrada de Velázquez y la de Goya; el ajetreado destino de su sección de pintura del siglo XIX, un recorrido por sus salas y los reflejos que ha propiciado a lo largo de estos dos siglos de arte, lo han convertido en uno de los principales centros artísticos del mundo.



Bicentenario del maravilloso Museo del Prado


El origen de este formidable conjunto de pinturas y otras obras de arte no es otro que la colección real española de pintura y escultura, reunida en los palacios de Madrid y su entorno a lo largo de los siglos XVI a XVIII, cuyos puntos culminantes fueron las colecciones pictóricas de los monarcas de la Casa de Austria, Felipe II y Felipe IV, y de la Casa de Borbón, Felipe V, Isabel de Farnesio, Carlos III y Carlos IV.



Royal Collection, Museo del Prado



La historia de estas colecciones es conocida y constituye uno de los capítulos esenciales del arte y el gusto europeo de estas centurias. El primer inventario de la colección (La colección real) recoge la progresiva reunión de cuadros en el edificio del Paseo del Prado, obra del arquitecto Juan de Villanueva y destinado en origen a Museo y Gabinete de Ciencias Naturales.



La familia de Felipe V, Museo del Prado


Las obras procedían fundamentalmente del Palacio Real Nuevo y del cercano Palacio del Buen Retiro. Poco a poco, fueron incorporándose cuadros y esculturas no sólo de estos lugares, también del Palacio de La Granja y otros espacios, como las depositadas en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Ya a finales de los años treinta del siglo XIX, con motivo de la Desamortización de Mendizábal, obras maestras de El Escorial, con pinturas de Rafael, Tintoretto, Andrea del Sarto o Guido Reni, se instalaron en el edificio madrileño.



Obra de Rafael, Museo del Prado


La cantidad y la calidad de obras de arte que se incorporaron, causó sensación en la Europa culta de las primeras décadas del siglo XIX. La colección española reflejaba no solo el carácter cosmopolita de la Monarquía desde el siglo XVI hasta el XVIII, sino el peculiar gusto de los reyes que la habían reunido. Además de la pintura española se podía contemplar una selección de altísimo nivel de obras de arte de lo que ya se denominaban escuelas italiana y flamenca, los dos núcleos de pintura esenciales en la historia de este arte.


Pintura flamenca del sigo XVII, Museo del Prado


Todo ello se mostraba con obras de talla excepcional de algunos de los mejores autores, desde Tiziano y Veronés a Rafael y Guido Reni, si recordamos a algunos de los italianos, y desde Antonio Moro, Rubens o de Van Dyck a Jordaens si lo hacemos con los flamencos. Con ellos hacen su aparición triunfal algunos de los pintores españoles más notables, como José de Ribera y, fundamentalmente, Diego Velázquez.



Las meninas, obra cumbre de Diego Velázquez, Museo del Prado


El Prado jugó un importante papel en la historia del gusto cuando el realismo de Velázquez destronó al idealismo de Rafael. La calidad de la colección del Prado se debe sobre todo a una cuestión de gusto: el de Felipe II y Felipe IV por Tiziano y la pintura veneciana, del segundo de los citados por Rubens y los flamencos, o por Rafael y la pintura romana y napolitana del Barroco, incluyendo a Ribera. Dando por descontado que su retratista y pintor de cámara era nada menos que Diego Velázquez.


Obra de Tiziano, Museo del Prado


Igualmente, y refiriéndonos ya al siglo XVIII, fue la afición de Isabel de Farnesio por Bartolomé Esteban Murillo y por la pintura flamenca lo que explica la fortaleza de algunos otros conjuntos de la colección real. Es un grupo de cuadros que nunca pretendió explicar la historia de la pintura tal como ésta empezó a ser entendida en el siglo XIX y a lo largo del XX. A diferencia, por ejemplo, de la National Gallery de Londres, el Prado es una lección de historia del gusto, y no de historia de la pintura.


Isabel de Farnesio, Museo del Prado


El Museo del Prado te invita a festejar su Bicentenario



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