Alguna vez Salvador Novo bautizó a las cantinas mexicanas como “templos de dos puertas”. Se trata lugares de esparcimiento y socialización, pero también de una especie de refugio del mundo exterior cuyo espíritu está arraigado hasta la médula en sus antojitos, las bebidas, su música y sus asistentes asiduos, pero sobre todo en lo mexicano.
Salvador Novo las bautizó como "templos de dos puertas"
La Ópera
Es una de las más hermosas y legendarias cantinas de la CDMX. Fue fundada en 1876, por las hermanas Boulangeot, de nacionalidad francesa, con la idea de recrear las muy icónicas cafeterías parisinas. A través del tiempo se convirtió en restaurante-bar. Una de las características de La Ópera es su decorado estilo “Art Nouveau”, al igual que el tapiz que se conserva desde tiempos del porfiriato. En la lista de clientes históricos que visitaron el icónico lugar se encuentran el presidente Porfirio Díaz, así como los revolucionarios Emiliano Zapata y Pancho Villa a quien se le atribuye el emblemático disparo en el techo que aún se conserva. Sus muebles están hechos de madera tallada con asientos de terciopelo rojo, pero el corazón de La Ópera es su imponente barra de madera traída desde Nueva Orleans por las hermanas Boulangeot fundadoras del lugar.
5 de mayo # 10, colonia Centro, Cuauhtémoc
La legendaria cantina de La Ópera
La Faena
La Faena con sus botanas y comida mexicana es rica, pero además, encontrarás vestigios surrealistas de la cultura taurina. Esta cantina guarda interesantes óleos que muestran escenas de la tradición taurina, pero no tiene nada que ver con la matanza de toros. “Faena” vine del latín “facienda” que significa “cosas que hay que hacer”, por lo que me queda claro que lo que hay que hacer es visitarla. Sin pretensiones de modernizarse da paso al deterioro de los posters taurinos y las vitrinas con trajes de luces que decoran el lugar y permite que convivían teléfonos de madera empolvada de inicios del siglo XX con sillas y mesas de plástico, una caja registradora tan antigua como el lugar y un altar a la virgen de Guadalupe.
Venustiano Carranza # 49, colonia Centro, Cuauhtémoc
Cultura taurina en la cantina La Faena
La Coyoacana
Esta cantina superó con éxito el reto de ser la heredera de la icónica Guadalupana cuyo espacio ocupa y donde mantiene la fama cantinera del barrio de Coyoacán, más allá de las nieves y los esquites. Su decoración es como las cantinas de antaño, con la barra de madera oscura a la entrada y los motivos taurinos –cabezas disecadas de astados- como decoración de sus paredes. La Coyoacana cuenta con una preciosa terraza. Como la charla estimula el apetito y la sed ¿o al revés? Los meseros de chaleco y corbata atienden las peticiones del respetable: una ronda de cervezas, un molcajete de arrachera, chamorro, pollo y “rib eye”, un tequila por aquí y por allá cerdo con verdolagas, solo para saciar el antojo casero.
Higuera # 14, colonia Barrio de la Concepción, Coyoacán
La animada terraza de La Coyoacana
Salón Corona
Abrió sus puertas en 1928 y hasta hoy se mantiene como un clásico del centro de la Ciudad de México en el que es posible disfrutar un caldo de camarón de bienvenida, tacos, tortas y otros antojos, y por supuesto, una enorme variedad de cervezas mexicanas. La primera fue la de la calle Bolívar, pero hoy cuenta con siete sucursales. Ubicada en el Edificio Borda, en la esquina de Bolívar y Madero, está el Salón Corona: una de las cervecerías más tradicionales de la ciudad. Aquí no hay tragos fuertes, sólo cerveza, pero siempre, están frías.
El Salón Corona es uno de esos sitios que conserva ese aire clásico entre cantina y lonchería tradicional. Las paredes muestran fotos de personas famosas que han ido a comer allí y una en particular se repite: la del momento en que los comensales observan incrédulos cómo Hugo Sánchez falla un Penalti durante el mundial de fútbol de 1986. Foto que se queda para siempre en la memoria, y uno a veces regresa allí sólo a verla. Pero el edificio donde se encuentra Salón Corona merece mención aparte ya que ocupa una cuadra entera y lo construyeron a mediados del siglo XVIII, como uno de los grandes palacios de lo que fue la “Ciudad de los Palacios”.
Bolívar # 24, colonia Centro, Cuauhtémoc.
La famosa foto del Mundial del 1986, Salón Corona
El Tío Pepe
Cuenta la leyenda que esta fue la cantina preferida de William Burroughs, el poeta de la generación beat que relata en su libro Junkie sus anécdotas de cantina, en donde Tío Pepe era escenario de un encuentro desconcertante. Cruzar la puerta de vaivén en la cantina Tío Pepe es como descubrir un umbral hacia el infinito de los recuerdos que cuenta la historia de México. Además de su arquitectura de tallados obsoletos y las fotografías trascendentales enmarcadas, este lugar destaca por su estilo tradicional que huele a nostalgia mexicana engendrada en las tabernas de 1900.
Independencia # 26, colonia Centro, Cuauhtémoc.
La preferida del poeta William Burroughs
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